sábado, 21 de noviembre de 2009

Twin-wrecks

Buceo desde barco - nivel fácil.
Los “Twin-wrecks” (que significa “pecios gemelos” en inglés) se encuentran justamente a la salida de Puerto Colón en Las Américas. Apenas la zodiac sale del muelle se llega al punto de inmersión.


Los Twin-wrecks son dos pequeños barcos hundidos sobre un fondo de arena a una veintena de metros de profundidad. Decorado artificial para la atracción del famoso submarino amarillo de las Galletas, los pecios están tumbados sobre el lecho marino a una treintena de metros uno junto al otro. Según mis fuentes locales, el submarino habría dejado las Galletas para intentar hacer fortuna en las Américas, antes de finalmente volver de nuevo allí en 1998 para descomponerse tranquilamente.


La bajada es rápida, la visibilidad excelente y la corriente nula. Entre los dos pecios, arrodillado en el fondo, me imagino el espectáculo ofrecido a los visitantes submarinistas. El briefing dejaba claro lo que se iba a encontrar allí: “no más rayas, pero roncadores a millares… ”.

Están efectivamente por todas partes, miles de ellos…


La mayor parte de la tropa se aleja lentamente del ancla. La arena levantada por las aletas de los submarinistas, con menos experiencia, no anuncia nada bueno para la visibilidad. Decidimos entonces comenzar la inmersión en sentido opuesto…





Pocas especies están presentes en el lugar. Los pecios fueron vaciados completamente antes de hundirlos. Sus calas contienen una carga llena de belleza. Un pulpo inquisidor guarda orgullosamente la entrada: ¡prohibido el paso!

El cardumen de roncadores se mueve majestuosamente en esta jaula de hierro con puertas abiertas. Me acerco lentamente, encarándome con este animal de ocho patas. Los roncadores dominan su espacio, nunca caen en las redes de los pescadores. Se desplazan de pecio en pecio, de ventana en ojos de buey, el paraíso de los fotógrafos submarinos aficionados de ambiente…



A una cincuentena de metros de allí, se encuentra una extraña estatua… ¿Qué? ¿Quién? ¿Por qué? La Historia es testigo de que esta pequeña estatua, bajada en procesión a lomos de burro desde las alturas de Adeje, sólo está allí para recordarnos que los submarinistas apasionados están llenos de fantasía y que sobre todo, sobre todo, ¡es mejor respetar a las normas de buena vecindad con ellos!

Giro de 180 grados hacia los pecios, no hay mucho más que ver por aquí…




Una mirada bajo la popa y de repente, ¡sorpresa! Un chucho negro se agita sobre la arena, en busca de comida. Sin esperar, la dejamos con su almuerzo y bordeamos el lado babor del pecio más grande, con una veintena de metros de longitud.





Los 45 minutos de buceo llegan al final, subimos lentamente para incorporarse al resto de los submarinistas a profundidad de paradas. El banco de roncadores abandonó los pecios, están ahora en límite de visibilidad. El decorado se queda vacío de vida, la representación ha terminado.

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